Cultura, corredores, arte, trabajo y tedio
Cultura, corredores, arte, trabajo y tedio
Cultura, corredores, arte, trabajo y tedio
Cultura, corredores, arte, trabajo y tedio
Cultura, corredores, arte, trabajo y tedio
Cultura, corredores, arte, trabajo y tedio

Corredores, fotógrafos, deportistas, editores, profesores, músicos, locos sueltos, como se llamen son aquellos que se juegan hasta el último aliento de vida, por aquella pasión, por esa adrenalina, por la paz en el acto y la utopía de la perfección. Para qué hemos venido a estos días, es algo que suena en el bosque sin nadie presente, pero podemos descubrirlo mientras nos divertimos, experimentando, siendo parte de algo, de la relación natural de nosotros y el mundo que nos rodea, consiguiendo algo al plasmarlo y enseñarlo, transmitirlo.

Aquello que somos habla de dónde crecimos, rodeados de que micromundos, paisajes, clima, situación social, de nuestro país, el folclore que se recrea día a día. Nuestro arte sin hacerlo evidente nos usa de medio para expresarnos en un idioma entendible, receptivo a cualquier ojo, oído o corazón. Somos diferentes, pensamos diferente, pero en algún punto nos entendemos por ser similares.

Aquí una reproducción del pensamiento que no tiene caducidad, aquel que trasciende por tocarnos en la realidad del ser.

Trabajo y Tedio por Friedrich Nietzsche.

En los países civilizados casi todos los hombres son iguales en cuanto al hecho de buscar trabajo para obtener un salario: para todos ellos el trabajo no es sino un medio, no el fin en sí; por eso son poco exigentes al elegir trabajo, el cual sólo les importa por la promesa de la ganancia, siempre que esta sea considerable. Sin embargo, encontramos a unas pocas personas que prefieren morir antes que dedicarse a trabajar a disgusto; son naturalezas que tienden a elegir y difíciles de satisfacer, que no se contentan con una apreciable ganancia, si el trabajo en sí no constituye la ganancia de todas las ganancias. A esta clase de hombres pertenecen los artistas y los contemplativos de todo tipo, así como esos ociosos que se pasan la vida cazando, viajando o dedicándose a intrigas y aventuras amorosas.

Todos éstos quieren el trabajo y la penuria con tal que esté unido al placer, incluyendo el trabajo más duro y penoso si fuera preciso. Por lo demás, muestran una pereza decidida, aunque ésta les acarree pobreza, deshonor, y ponga en peligro su salud y su vida. No temen tanto al aburrimiento cuanto a trabajar a disgusto: incluso necesitan aburrirse mucho si quieren tener éxito en su propio trabajo. Para el pensador, como para todo espíritu sensible, el tedio es esa desagradable «calma chicha» del alma que antecede a la navegación feliz y a los vientos alegres: es preciso soportarlo, esperar el efecto: -esto es precisamente lo que las naturalezas más débiles no pueden obtener de sí mismas de ninguna manera. Ahuyentar de sí el tedio por cualquier medio es tan vulgar como el hecho de trabajar a disgusto. Tal vez sea esto lo que distinga a los asiáticos de los europeos, seres más capaces que éstos últimos para estar en profunda calma durante largo tiempo; incluso sus estupefacientes actúan lentamente y exigen paciencia, al contrario de la repugnante rapidez de ese veneno europeo que es el alcohol.

Fotografías:
1. Puesta de sol por Marcos Tobar.
2. Raiders por Martín Iribarne.
3. Ciudad de Iquique por Martín Iribarne.
4. Motocross por Bernardo Herrero.