Receta y reseña del también conocido Rusty nail
- 1 medida de Whisky Ballantine´s
- 1 chorrito de Whisky Jack Daniel´s
- 1 medida de Licor de Whisky Escocés Drambuie
- 1 Cereza
- 2 Clavos de olor
- 1 toque de Jugo de Berry (frutos rojos)
- Flambeado del trago al momento de servir
Escribir sobre viajes es contar historias de aventuras, lugares y personas. El viajero camina y habita esos espacios que visita, para conocer la cultura, abrir los ojos y el entendimiento, superar expectativas entregado a la serendipia. En esa búsqueda de maneras de sobrevivir, de no ser un turista más, de mezclarse con los lugareños, en ese consentimiento de espacios y situaciones cargadas de símbolos, surgen significados, con olores, caras y sensaciones nuevas.
Aquí te hecho un cuento de esas noches en el norte de un país, en un bar sobre una avenida histórica. Su estructura es antigua, dicen que han visto una mujer deambulando por el lugar cuando no hay público, que es mejor no quedarse allí sólo. Las supersticiones de las animas que habitan estas casonas son comunes entre los vecinos, pero los trabajadores del lugar son de otros países o del sur del país y nadie quiere creerse dichos cuentos. Hasta que comienza un nuevo día y finaliza el turno de trabajo, y todos están listos para irse, aún es de noche, entonces hay un pasillo que conecta el patio con la puerta al otro lado de la calle, uno a uno se alinean pegándose para salir en fila por ese angosto y ciego camino. Nadie quiere ir de último, se siente como si alguien caminara detrás de ti, se te pone helada la espalda y helada la nuca. Es innegable que el lugar carga con leyendas de aquellos años del auge salitrero, de los innumerables esclavos, el terror de la dictadura… todo chocando contra el exceso de rapidez de la modernidad y algunas personas algo alcoholizadas creyendo en fantasmas.
Descansan de día y al atardecer vuelven a abrir las puertas del bar. La primera tarea es revisar las heladeras, porque desde esta barra se vende muchas cervezas, peruanas, chilenas, alemanas, argentinas, bueno también tragos clásicos y los inventados por los bármanes de la casa. Después se limpia y termina de completar el stock, exprimir el limón, separar las hojitas de menta, limpiar de nuevo todo y anticipar algunos detalles para la que será una estampida de pedidos. Se abre una ventana de tiempo invisible y ahí es el momento para probar la creatividad de los humildes servidores y claro su paladar. Siempre hay un lapso intangible antes a la llegada de los sedientos, antes que el clima cambie y haya tensiones, roces, alcohol, música fuerte, muchas cervezas, realmente muchas, pedidos extraños, tragos nuevos, los clásicos de siempre y el trago escogido de la noche, el predilecto siempre es el mismo. Y sólo uno lo sabe preparar como a ella le gusta.
No son todas las noches, pero de repente ella hace sonar las maderas con su zapateo, con su fuego. La bailarina de flamenco del segundo piso. Ha llegado antes que todos, al principio no la notaron, estaban distraídos en sus cosas, luego apareció el sonido como si siempre hubiese estado ahí. Pasan las horas y continúa bailando, abajo van llegando las bandas, los djs, los gozadores de la noche y sus magias. El sonar de las tablas ya no se siente. Y cuando el salón está lleno alguien saluda a una persona, luego a otra, charla un rato, gira y conversa con un grupo de mineros algo escandalosos, pues han terminado su semana de trabajo y es pretexto para piscola y festejos; ella mira al encargado del bar y entiende que todo marcha tranquilo, convida unos tragos a otros amigos, parece que vienen de la capital y no podían dejar de pasar por el bar en su estadía por la ciudad. Entonces ella se acerca a la esquina de la barra, hace su seña al barman, él la mira y asiente con la cabeza mientras limpia el vaso corto que, como si anticipara la situación, ya lo tenía entre las manos y con una velocidad detallista arma el trago pedido: Un clavo oxidado, sin cerezas para ella, apenas flambeado y sin clavo de olor.
El clavo oxidado original no lleva clavo de olor, dicen que se agregó este ingrediente años más tarde de su creación y una de sus leyendas cuenta que originalmente los constructores canadienses al reunirse después de trabajar mezclaban su bebida con un clavo oxidado y de allí su adaptación. Ese espíritu de trabajadores reunidos compartiendo sus whiskys, puede que se haya colado en los barcos que llegaban al puerto, con las bodegas repletas de madera canadiense de pino oregón, que servían como lastres para soportar los abatidos viajes por el mar pacifico. Las maderas fueron utilizadas para hacer las casas sobre la avenida principal del pueblo, por dónde pasaban los caballos y el tren que llegaba al mar, sobre la misma avenida en la que se encontraba años más recientes MiOtraCasa, la que a veces era un bar embrujado, a veces el mejor lugar de encuentro con amigos, dónde se podía ver la luna llena desde su patio mientras fumabas, saborear diferentes países por medio de la comida, bailar entre animas y entregarse a la tentación de la noche, donde ella hacía temblar las tablas con sus clavos oxidados.
FOTOGRAFIAS:
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